La verdad no
esperaba que fueran así, no solo por la pandemia, o por la muerte de mi papá.
De pronto era como si todos esperaran mucho de mi y como si yo de pronto no
pudiera dar más.
Estuve a punto de
tirar la toalla muchas veces. Aún peleo con esa intensa necesidad de dormir en
exceso, de comer poco cuando estoy en casa y de no querer salir de mi oscuro agujero
al cual llamo mi recamará.
La verdad no se qué
en momento comencé a odiar tanto a la gente hipócrita. No me nace tratar con
gente que no me quiere y lo peor de todo es yo difícilmente me equivoco con las
personas a mi alrededor.
La verdad amo mi
trabajo, pero los nuevos integrantes del equipo son tan fastidiosos. Son de esas
personas que hablan con la firme intensión de hacer daño. Una vez que tienen un
objetivo no dejan de decir cosas malas hasta que todos creen que tienen razón y
que la otra persona es mala. En pocas palabras son personas manipuladoras.
No soporto estar con
ellos en el mismo espacio. Suelo ponerme los audífonos y la música a tope
cuando tengo que compartir la oficina con ellos.
Lo único que hace
llevaderos mis días son mis horas prácticas de laboratorio y mis horas de clase
frente a grupo.
Eso si que me
hace feliz.
No consigo
comprender que quiere el mundo de mí.
La grandeza
obviamente no está en mis talentos.
No se si soportaré
estar mucho tiempo en ese trabajo.
Estoy tan cansada
de algunas actitudes y personas.
Incluso en casa,
tengo una extraña que solía ser de mi familia, pero que ahora ya no reconozco.
Y da igual lo que ella quiera aparentar, se que ella de alguna manera me odia.
Sigo sin entender
porque me odia, y ya no quiero saberlo. Pase casi un año en depresión tratando
de entender como un miembro de tu familia puede ser tan malo y hacerte tanto
daño. Y luego frente a los demás pretender ser lo mejor de lo mejor.
Muchas cosas
pasaron, y siento que no puedo seguirle el ritmo a mi propia vida. Me siento sola
y adormilada. Recuerdo como me enferme durante la cuarentena y como la ansiedad
llego a ser un problema tan grave que deje de comer y dormir como era necesario.
El punto es, que
es difícil estar rodeado de personas y sentirse solo. Ahora ya lo comprendo
mejor. Entiendo que la ansiedad es algo con lo que debo lidiar, y que la
depresión es mi peor enemigo.
Pero aún así, hay
días muy malos. Es raro, pero amo trabajar porque eso me mantiene ocupada y en
control.
Pero ahora con
estos nuevos compañeros tan ponzoñosos a veces tampoco me emociona mucho tener
que convivir con ellos.
En fin, algunas personas
pueden decirte que ser adulto es una cosa muy buena. Y debe serlo. Pero
desgraciadamente mis experiencias en la vida adulta a veces me asustan
demasiado. Debe ser por mis problemas mentales, quizá por eso todo me cuesta el
doble.
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